"La brasas del fuego son tan frías que arden después de morir como el fénix"
Despejada de toda vida ser es lo que encamina el alma ardiente, dando luz y oscuridad a su paso, no es solo la destrucción de su roce también es la soledad e ira en su imagen misma. Atravesada por el filo de una sola punta camina a un mundo lleno de alejamiento de existencia anormales. Asomado ante versátil palabras le asfixian desde el aire toda presencia humana que absenta a excesiva su voz frente imagen misma sin entender que presencia se asoma frente a ellos.El ardor no quema, en cambio congela el alma con un escalofriante y aterrador miedo que quema después, del mismo ardor yace una lacrima que endurecida como hielo se forma como un callo en el cuerpo del humano...
El azar de la vida juega su papel como todo se vive, no existe culpa ni inocencia pero no se exonerar de pecado cuando son marcados por las flamas, llamas tal son frías, ese mismo exuberante desafió a la arrogancia e ignorancia provoca el duelo a un fuego que no te arrebatara carnal, en cambio, se aprenderá como la sanguijuela desde el interno mundo apresando toda realidad en un tiempo paralelo a la realidad pero enterrado al mismo ciclo reflejo del miedo consumido.
Un sueño la brisa lleva consumida de la mismas llamas...
el ardor de voluntad nace con la creencia no se hace con la garganta,
la cenizas realizadas al renacer no nacen al hacerse es surgida del mismo destino...
destino escrito por el sueño de la brisa aclamada en el viento ante la sonrisa del dulce carmesí.
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